Greenpeace advirtió que el clima que tradicionalmente conocíamos en Chile desapareció y que desde ahora en adelante se hace necesario comenzar a adaptarse a una nueva realidad e intentar tomar todas las medidas posibles con tal de aminorar al máximo las consecuencias de un calor extremo que es consistente con un mundo que enfrenta ya no la advertencia, sino la realidad de un cambio climático evidente.
Todo, en medio de jornadas que han conocido temperaturas extremas: 38,3° en Santiago (región Metropolitana), 41,5° en Chillán (región de Ñuble), 42° en Temuco (región de La Araucanía), 38,5° en Valdivia (región de Los Ríos), 35° en Puerto Montt (región de Los Lagos), 25° en Cochrane (región de Aysén) y 29° en Punta Arenas (región de Magallanes y de la Antártica Chilena).
“Si bien hay muchos factores complejos en juego con los fenómenos meteorológicos extremos, la ola de calor que estamos experimentando es consistente con las predicciones de un mundo afectado por el cambio climático. Lo claro es que el cambio climático es una realidad que percibimos con mayor notoriedad cada día. En este sentido, según la Organización Mundial de la Meteorología, este clima extremo será lo habitual en el futuro”, explica la coordinadora del área de campañas de Greenpeace en Chile, Estefanía González.
Así también lo advierte la Dirección Meteorológica en las conclusiones del documento “Evidencia de Cambio Climático en Chile”, en donde se subraya que las observaciones muestran un incremento significativo en la intensidad, frecuencia de las olas de calor, días y noches cálidas. En cuanto a la precipitación, la cantidad anual disminuye en gran parte de la zona central y sur.
En este escenario no es mera coincidencia que estas olas de calor se presenten de la mano con incendios forestales que parecen cada vez más difíciles de frenar. Así, durante la última década, el número de siniestros, su área quemada, duración, simultaneidad, severidad y estacionalidad ha aumentado drásticamente en el centro y sur del país, lo que se ha significado un 80% más de áreas quemadas por incendios de gran tamaño.