Un recorrido por la vida y obra de la ceramista que mantuvo viva la tradición en la ciudad minera.
En 1854, Matías Cousiño, instaló la fábrica de ladrillos refractarios y cerámica de Lota. Durante la primera mitad del siglo XIX, en Lota Green S.A. eran fabricados azulejos, mosaicos y cerámicas, con intenciones decorativas y utilitarias creadas principalmente por mujeres, niñas y niños quienes en su mayoría eran familiares de mineros. De ello, solo una figura permanece en pie como testimonio vivo de aquel glorioso pasado: Oda Novoa, una mujer de 89 años que se ha convertido en la última ceramista de Lota.
La historia de Oda Novoa se remonta a sus años de juventud, cuando a la temprana edad de 17 años ingresó a la fábrica de cerámica con su atuendo blanco. Con gran pasión y dedicación, aprendió los secretos de la cerámica de manos de los maestros quienes le enseñaron el arte de la pintura.
El trabajo de Oda se caracteriza por su meticulosidad y su atención al detalle con cada pincelada que daba. Cada una de sus piezas es un reflejo de su amor por el oficio y su deseo de preservar la esencia de la cerámica tradicional de Lota.
Con 89 años a sus espaldas, Oda Novoa se erige como un faro de luz en la historia de la comuna lotina y en la historia misma de la cerámica chilena. Su legado perdurará en el tiempo, asegurando que la tradición ceramista de esta emblemática ciudad no sea olvidada. A medida que nos despedimos de esta icónica figura, no podemos evitar preguntarnos quién será el próximo en tomar la antorcha y continuar el legado de Oda, manteniendo vivo el espíritu de la cerámica de Lota.