Cómo olvidar ese momento tan inesperado Y es que la madrugada del 27 de febrero de 2010, un terremoto de magnitud 8.8 sacudió tres cuartas partes de Chile, seguido de un devastador tsunami. Las cifras oficiales reportaron 525 personas fallecidas y un 3% de la población en pobreza, con daños económicos equivalentes al 18% del PIB nacional. En respuesta, el gobierno solicitó una misión interagencial de la ONU, cuyas recomendaciones se basaron en el Marco de Acción de Hyogo 2005-2015.
Se destacan avances en la priorización de la reducción del riesgo de desastres, aunque persisten desafíos en financiamiento y participación del sector privado. En cuanto a la identificación y evaluación del riesgo, se han mejorado los estándares de modelación y la comunicación de alertas tempranas, pero aún falta integración de datos y mapas multi-amenazas.
La promoción de una cultura de seguridad y resiliencia ha avanzado en el sector educativo, pero se requieren más recursos para investigación y sensibilización. Reducir los factores subyacentes del riesgo sigue siendo un desafío, especialmente en la planificación territorial.
En preparación ante desastres, se ha fortalecido la actualización de planes de emergencia y la coordinación intersectorial, aunque se necesita una mejor articulación con sistemas de respuesta ante desastres.
Con nuevas prioridades del Marco de Sendai para la RRD 2015-2030 y la Ley 21.364, Chile tiene la oportunidad de avanzar hacia una gestión integral del riesgo de desastres. Sin embargo, es crucial abordar los factores subyacentes del riesgo para evitar futuras tragedias, especialmente en el contexto de los recientes incendios forestales.