Frente a la complejidad del actual contexto, los niños tienen un alto riesgo de sufrir consecuencias psicológicas negativas, ya que, aunque tratemos de evitarlo, perciben lo que ocurre a través de la televisión, redes sociales, en el vecindario y en las conversaciones entre los adultos.
En la infancia hay un tipo de pensamiento que los lleva a entender la realidad de una manera diferente, a veces mediada por la fantasía o atribuida a causas que no son reales. Si esto lo aplicamos a la contingencia, los escolares y preescolares podrían desarrollar ideas acerca de la realidad que impliquen dolor emocional. En especial aquellos que presentaban síntomas emocionales previos a esta crisis, por ejemplo, ansiosos o depresivos. Ellos podrían empeorar desarrollando trastornos emocionales.
Primero se debe explicar con palabras sencillas qué está pasando, cuidando de no descalificar a quienes piensan distinto y siendo claros en condenar la violencia. Así, estamos previniendo que los niños puedan tomar actitudes agresivas frente a otros en el contexto familiar o escolar.
También debemos tener una actitud empática, leyendo las emociones de los niños y poniéndolas en palabras, de tal manera de que puedan conversar acerca de lo que sienten, compartiendo y disminuyendo los posibles temores. En general en esta etapa, los niños pueden temer perder a sus padres, que sufran algún tipo de daño o que ellos mismos estén expuestos a daño. Para esto, se pueden facilitar espacios de expresión, por ejemplo, dibujar lo que creen que está pasando en su ciudad; para luego realizar un cuento a partir del dibujo. De esa forma se pueden facilitar espacios para comprender cuáles son sus miedos y, al mismo tiempo, facilitar la comprensión respecto de que ellos siempre estarán protegidos por un adulto responsable, ya sea en su familia o en el colegio. Es muy relevante que los niños se sientan seguros, a pesar de que en la calle o por los medios de comunicación se observe caos. Tenemos que explicarles que, a pesar de todo, siempre estarán siendo cuidados por alguien, pues es uno de los Derechos del Niño.
Para eso es importante que el adulto a cargo se muestre tranquilo y seguro para ayudar a elaborar la crisis. Además, es importante otorgar contención, a través de la cercanía afectiva y física de un adulto significativo, que lo ayude a entender y expresar temores y fantasías respecto de la situación. En ese sentido el juego (con juguetes, muñecos, autitos, legos, etc.) es la mejor forma para simbolizar, expresar y elaborar la experiencia. La recomendación es acompañarlo en el juego, ayudarlo a construir un “cuento”, de tal forma de entender la metáfora y aportar simbología que ayude a sentirse seguro. Por ejemplo, si en el juego hay obstáculos y fuego, sugerir que llegarán los bomberos y pasará el peligro. Luego sugerir la reconstrucción.
Otra forma de apoyarlos es establecer rutinas, puede ser respetando las anteriores o estableciendo nuevas. Las rutinas les dan a los niños sentimientos de certidumbre, de que su mundo es predecible y así bajan los niveles de ansiedad.
Finalmente, es muy relevante comprender que para cuidar a los niños se requiere de adultos sensibles, empáticos, responsivos y tranquilos. Por eso es importante que ellos también tengan un espacio de contención, de compartir sus sentimientos y pensamientos con otros, de tal forma de conversar y reflexionar sobre lo que ocurre y, en caso de ser necesario y posible, buscar apoyo psicológico.