Majestuoso, con ímpetu, tierno y más humilde que cualquier seudo burgués. Respetuoso cruza las calles de la ciudad de Lota. Ejemplo de educación y sencillez, buscador de pan y cariño. Trabajador como ninguno. Ansioso de revolcar sus patas en el barro y husmear en los residuos domiciliarios. Siempre haya algo con que jugar. Su último chiche, una pequeña manzana que usa como pelota.
Ama su tierra, su Lota, la ciudad minera. Careciente de rencor de quien una vez lo abandonó. Cálido en su mirar. Desde la altura de Lota contempla la rutina de los vecinos con su temple humilde que lo caracteriza. Y es que es feliz con lo sencillo. Su cola se mueve al son del despertar. No hay día en que no agradezca trabajar en compañía de su fiel amigo. Sus erguidas orejas reflejan la confianza hacia quienes lo celebran cuando lo distinguen con plenas patas a la obra.
Salta, corre y saluda a quien se le cruce por el frente. No se avergüenza en orinar su piedra regalona. Sabe lo que ha ganado con su carisma y lealtad. No importa si llueve, haga calor o frío. Siempre aperrado como buen lotino. Él siempre está ahí, listo para acompañar a Gabriel Valdebenito Miranda. Así es “Chocolate”, el perro recolector de basura que roba miradas en la comuna de Lota.
Chocolate va de conteiner en conteiner moviendo su cola en busca de las bolsas o tarros de basura que los vecinos de la comuna depositan en cercos, veredas o esquinas.
Junto a sus otros “compañeros” de trabajo y como cada mañana de lunes a sábado, este perro acompaña a su amo en la recolección de basura.
Con un chaleco reflectante anaranjado que lo identifica, comienza desde la escuela Bello Horizonte de Lota Alto para limpiar los focos de basura que se acumulan hasta el Liceo Carlos Cousiño Goyenechea.
Chocolate es esforzado y un fiel ejemplo de la perseverancia. No pudo tener mejor suerte que encontrarse hace más de 5 años con quien sería su mejor amigo…
La historia de este perrito es conmovedora. Una muestra de sobrevivencia en un país donde predomina el abandono por los animales. Don Gabriel quiso darle un vuelco a su vida.
Valdebenito en un relato emocionante, mientras Chocolate se acurruca en sus pies, cuenta que “llevaba dos meses trabajando y a este perrito lo encontré en los pabellones nuevos que habían hecho en ese momento. Él me quedó mirando y a mí me gusto también por el collar que tenía puesto, y desde hace cinco años y cuatro meses que vivo y trabajo junto a él”.
“Cuando lo adopté estaba flaquito y le iba dando pan hasta que me siguió a la casa. Después lo bañé y quedó bonito. Desde ahí que me acompaña todos los días porque es muy fiel. Yo lo bauticé como “Chocolate” por el color que tiene”.
Actualmente don Gabriel vive en Lota bajo y todos los días hace el mismo recorrido en Lota alto, limpiando ambos costados de la calle y algunos callejones. Chocolate siempre lo acompaña sea verano, otoño, invierno o primavera.
Este lotino amante de los animales, hace un llamado a la gente para que cuiden de ellos. “Si adopta a un cachorro porque es bonito, después no lo bote, ya que he visto a gente botando perritos que por cualquier motivo ya no puede tenerlos y los abandonan en los cachureos. Es triste y no lo merecen”, finalizó emocionado mientras Chocolate lo miraba con su amor incondicional.
“El perro es el único ser en el mundo que te amará más de lo que se ama a sí mismo”