Molestia generaliza es lo que provoca el abuso de los bancos en la sociedad chilena. Y es que cada vez más las entidades privadas aprovechan hasta la mínima instancia para perjudicar a civiles y ciudadanos. Las casas comerciales no quedan atrás, esmerándose en manipular a las personas bajo publicidades fraudulentas. Desafortunadamente, los clientes de los bancos no se quejan por la burocracia propia de los engorrosos trámites y la falta de conocimiento en dicha materia. Por su parte, las autoridades de turno, que son quienes deberían proteger los derechos de los consumidores, permiten e incluso justifican el abuso que los bancos ejercen sobre sus clientes.
Abusos constantes a los que somete a su capital más preciado, sus clientes, cobrándoles sólo por mencionar algunos: comisiones abusivas, usureras y descontroladas, contratación de seguros, mantención de las tarjetas, etc.
Como “blancos fáciles” son los propios estudiantes, quienes mayormente dependen económicamente de sus padres. Frente a ese escenario, las casas bancarias y comerciales se instalan físicamente en los espacios educativos para bancarizarlos. El estudiante ve dinero fácil de obtener mediante las tarjetas de créditos, sin embargo, no se les informa sobre la letra chica, que a futuro traerá más de un dolor de cabeza.
No sólo los estudiantes son víctimas de los abusos bancarios, sino que también adultos mayores, dueñas de casas, trabajadores, entre otros; principalmente de clase baja y media.
Tras la falta de recursos y oportunidades laborales, millones de chilenos comienzan a utilizar de forma descontrolada las diferentes tarjetas comerciales, de débito y de crédito. Como resultado de lo anterior, muchos terminan en el temido Dicom.
El temido Dicom
El lucrativo negocio de Equifax (Dicom) está generando el empobrecimiento de miles de personas, que ven cómo diversos ámbitos de la sociedad les cierran las puertas por el sólo hecho de poseer –o haber poseído- deudas con el sistema bancario, comercial y hasta municipal.
Ciertamente, la existencia de registros de morosidades comerciales, constituye un elemento necesario para la seguridad mercantil en las relaciones entre clientes y proveedores de servicios o productos. El punto entonces, radica en crear una regulación que, por una parte, permita incrementar los niveles de seguridad en las transacciones mercantiles y, por otra, evite que dichos datos sean utilizados por terceros, ajenos a dichas operaciones, utilizándolos como un certificado de conducta y admisibilidad a determinadas funciones de la vida cotidiana.
Resulta común observar cómo “el Dicom” actúa como cerrojo de oportunidades laborales, dejando fuera a quienes allí figuran. De igual forma, muchos niños y jóvenes no pueden ser matriculados en algunos colegios particulares o centros de educación superior privado por la morosidad de sus apoderados, otros no logran conseguir créditos hipotecarios, automotrices, planes telefónicos, entre otros. Inclusive son muchos que no encuentran trabajo por estar en Dicom.
El actual sistema los lleva al círculo vicioso de deuda por desempleo y desempleo por deuda, lo que constituye una verdadera condena social, que genera empobrecimiento, marginalidad y muchas veces incentiva la informalidad como forma de proveer de recursos a la familia.
Pareciera más grave “tener Dicom” que tener antecedentes penales. La situación es peor aún. Mientras que el deudor, por más que haya pagado su deuda monetaria, seguirá existiendo en el “histórico” que poseen bancos e instituciones financieras.
¿Cómo salir de la deuda castigada?
De acuerdo a las averiguaciones de La Voz, primero se debe solicitar un certificado de las deudas vencidas o castigadas respecto del sistema bancario y financiero en la Oficina de Consultas e Informaciones de Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (SBIF). Con el certificado se debe dirigir una carta a la institución con la que se tiene la deuda, incluyendo la cantidad y solicitando que se excluya del estado de deudores de SBIF. El Banco cuenta con un plazo para contestar por escrito a su solicitud. El trámite es sencillo y sin costo. Si no recibe respuesta del banco o institución, puede ponerse en contacto directo con la SBIF adjuntando la solicitud hecha al banco y si procede la Superintendencia sacará su deuda del estado de deudores. Existen otras instituciones privadas como el Boletín de Informaciones Comerciales y Dicom/Equifax que cuentan con una base de información, de acceso público, acerca de la actividad de las personas en el sistema financiero y comercial. En caso de que su registro se encuentre con ellos, debe ponerse en contacto directamente con ellos.
Sin embargo, estos pasos parecen no ser suficiente. En conversación con varios testimonios, señalaron que, sin presentar deuda, no pudieron obtener una tarjeta de crédito de ningún banco, principalmente del Estado, el “supuestamente” de todos los chilenos.
Ejecutivos de distintos bancos señalaron que: “después de aclarar una deuda castigada se debe esperar un año como mínimo (manteniendo un buen comportamiento de pago) para volver a ser sujeto de crédito”. Lo cierto es que la deuda del SBIF se borra, pero el registro interno de los bancos permanece. La pregunta ahora es ¿Cómo tener un buen comportamiento de pago si a los afectados se les niega el uso de tarjetas de créditos?
Las barreras del histórico y la negativa del Banco Estado
Gabriel Medina, médico veterinario de Concepción, quien señala “regularicé una deuda hace ya 10 meses, estoy sin protestos, sin deudas en SBIF y el boletín comercial. Tengo sueldo sobre los márgenes que piden los bancos y no me dan cuenta corriente, lo que me impide solicitar un crédito hipotecario”.
Por otra parte, Celia Figueroa, docente de inglés, menciona que “estoy tratando de solicitar un crédito hipotecario, pero me lo rechazaron en el Banco Estado según ellos por presentar insuficiencia de garantía. No sé a qué se refieren con eso, pero esa fue la respuesta formal que me llegó al solicitarla. Pienso que es porque hace un tiempo tuve una deuda castigada la que se encuentra regularizada. No aparezco en Dicom ni en la SBIF, tengo buena renta, soy profesional, pero al parecer ellos manejan información de nuestro historial. Hice el reclamo en Sernac financiero, donde me respondieron que ellos solo eran entes mediadores. Cabe señalar que el Banco no manifestó que el rechazo del crédito se debió a la deuda castigada que tuve hace años atrás. No entiendo por qué motivo no me dan el crédito”.
Beatriz Rodríguez, otra persona afectada menciona que “me rechazaron un hipotecario teniendo el pie de 20 millones para la casa de 38 millones. No sé qué tipo de criterio usan las personas que dan el visto bueno final. Tengo una renta no menor, no presento deudas, cumplo con los requisitos. Es muy perjudicial, además no me dieron ninguna respuesta del por qué fue rechazado. Es denigrante la actitud del Banco Estado, el de “todos los chilenos”, cero criterios.
Tras las diversas denuncias recibidas, este medio intentó establecer una entrevista con el gerente de la entidad de Concepción, sin embargo, se negaron por protocolo de la empresa.