Pues sí, ahora tienes el argumento perfecto para salvarte de los regaños. Una investigación dada a conocer el pasado 2 de mayo en el diario Human Molecular Genetics, de la Universidad de Oxford, reveló que en cuestiones de sabores, la percepción y preferencias son hereditarias.
Preferimos ciertas bebidas por lo que nos hacen sentir
Marilyn Cornelis, líder del equipo de científicos a cargo del estudio, explicó que se analizó el genoma de 370.000 personas de ascendencia europea y los resultados concluyeron que las personas prefieren bebidas amargas o dulces, no por afinidades de sabor, sino por el modo en que les hacen sentir.
El gen FTO responsable de que prefieras las bebidas azucaradas
Cornelis señaló que detectaron una variante en un gen llamado FTO, que está vinculado al gusto por las bebidas azucaradas, pero que sorprendentemente está presente en las personas con un menor riesgo de obesidad.
Victor Zhong, otro investigador que participó en el estudio, señaló: “Por lo que sabemos, este es el primer estudio de asociación genómica del consumo de bebidas basado en la perspectiva del gusto. También es el estudio de asociación de genoma más completo hasta la fecha sobre el consumo de bebidas”.
¿En qué consistió la investigación?
Según se describe en un resumen, los investigadores dividieron las bebidas en dos grupos: en el primero estaban las de sabor amargo, como café, té, cerveza y otras bebidas alcohólicas; en el segundo estaban las de sabor dulce, que contenían azúcar o edulcorantes, y jugos de frutas diferentes a la toronja.
Los participantes tenían que llenar diariamente formularios en los que enumeraban cuántas bebidas habían ingerido y de qué clase eran.
Tras un estudio de asociación genómica, los investigadores trataron de replicar los resultados con tres grupos de colegas en Estados Unidos.
Los resultados mostraron diferencias genéticas entre los consumidores de bebidas dulces y amargas, pues según el componente psicoactivo de la bebida, se activaban diferentes áreas en su cerebro, asociadas con el placer y la recompensa, no con las redes neuronales asociadas al gusto.